Entrevista a Felipe Cortina, joven Down y actor:

La entusiasta lucha de Felipe por la inclusión

Emilia Puig

Es actor, jugador de rugby y trabaja en el Ministerio de Educación, pero sobre todo su propósito siempre ha sido ser considerado como uno más. Solamente eso. Para él, tener Síndrome de Down es un dato que tiene sentido por la tarea que se ha propuesto: impulsar la inclusión. 

Felipe Cortina Toro tiene 29 años y trabaja como digitador en la Subsecretaría de Educación Parvularia. Estudió en el colegio Altamira y sus cercanos cuentan que cuando necesitaba resolver algún asunto, partía solo a la oficina del Rector. En el teatro encontró una pasión que desarrolla desde la básica y que hoy lo posiciona como uno de los actores destacados de la compañía Bendito Teatro. Felipe impulsa una lucha por la inclusión desde variados ámbitos y comenta «Quiero que me reconozcan como una buena persona, un Down que puede darlo todo, que me conozcan por lo que soy y que no discriminen a nadie. Me gustaría que eso no pasara de nuevo».

Quiero que me reconozcan como una buena persona, un Down que puede darlo todo, que me conozcan por lo que soy y que no discriminen a nadie. Me gustaría que eso no pasara de nuevo

Felipe Cortina Toro

Al preguntarle sobre los momentos más felices de su niñez, de inmediato Felipe recuerda los talleres de teatro a los que asistió en el colegio. Explica que la exposición es algo que lejos de inhibirlo, lo gratifica y le hace sentir gran seguridad en sí mismo. Los años pasaron y el profesionalismo en las clases junto a sus compañeros se desarrolló a tal nivel que fundaron la compañía Bendito Teatro. 

Sobre los recuerdos de cuando era niño que más atesora explica “lo que más me gustaba eran los shows de Navidad del colegio. Teníamos presentaciones con compañeros de cursos de más arriba y nos hicimos amigos, eso me encantaba a mí (…) puedo decir que eso impulsó mi vida artística

La llegada de la pandemia del Covid-19 no los detuvo, y durante los meses de encierro, el elenco se organizó para actuar a través de Zoom e incluso participaron de un festival en México. La evolución positiva del Coronavirus hizo que en diciembre Felipe y su grupo volvieran a la presencialidad, recuperando una emoción que estaba experimentando a medias y que compartirá con los alumnos del Liceo Manuel de Salas en un convenio de colaboración mutua. 

Felipe cuenta que desde que estaba en la básica su colegio tenía un taller de acercamiento al rugby, un deporte que lo cautivó y si bien no lo practicó con regularidad, en 2019 uno de sus primos lo motivó a tomárselo en serio. Ahí se integró a Tarucas, uno de los primeros equipos de habilidades mixtas en Chile, compuesto por más de 45 personas entre jugadores que tienen algún grado de déficit cognitivo, y facilitadores que en su mayoría practican rugby con regularidad.

Respecto a lo anterior complementa, “comencé en el rugby a los 10 años. Fui invitado a ese equipo (Tarucas) cuando aún no tenía nombre y ahí empezamos a ir sábado por medio”.

Este héroe cotidiano decidió hacerse cargo de una lucha que vive día a día al tomar su condición como una circunstancia crucial para orientar su vida. Para el Estado de Chile Felipe es un discapacitado, otros pueden referirse a él como una persona con necesidades especiales, sin embargo, su necesidad fundamental es ser visto como una persona como cualquier otra y donde se reconozca que las labores que realiza cada día son tan valiosas como las demás. 

Al terminar una charla que ofreció en la Universidad Adolfo Ibáñez, Felipe manifestó “quiero decirle a los gerentes que se acuerden de colocar a las personas que son distintas en las empresas, a los Down, Asperger, de todo un poco”.

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